Se quedaba mi semblante esperando tan cobarde a que llegaran los Gusanos para varearme las costillas con las Patas de las sillas que esperaron mi fracaso. Y entre esa niebla llegas tú, Dando a tientas con la luz que descalabró mi tiempo, Para ir cambiándome el rumbo y dejar de Ir dando tumbos por arcenes tan estrechos. Ahora puedo ser yo el que arrample con buenos momentos y, Una nueva canción, la que os diga si estoy vivo o muerto. El faquir de los puñales, Fui rumiando los cristales de las barras de los Antros, la hiel fue la que emborrachó mi esqueleto. Fue tan fina cada cerda del pincel, Que pinté hasta la fragancia de los besos. Hice nudos con la libertad que se fue de mis dedos. Ahora puedo ser yo el que arrample con buenos momentos y, Una nueva canción, la que os diga si estoy vivo o muerto.