Los pobres, los desheredados, Los que son muchos y por eso Es imposible olvidarlos. Lo difícil Es darles la dimensión De hombres verdaderos. Nada Significa el cielo Para esos dedos picoteados Por degradantes pájaros de cobre En esta ciudad De hombres Con pasos siniestros. Seguramente ven En los amaneceres Edificios Donde quisieran vivir Con sus hijos. Pueden Destruir el aire como aves furiosas, Nublar el sol. Desconociendo su tesoro Se reflejan por espejos de sangre Y mueren despacio... En los días de lluvia Los enfermos mentales Imaginan lagunas y veleros; Navegan al olvido y ya no vuelven.