Una vez hubo un Imperio en Argentina. Una vez, hace tiempo, hubo diplomacia. Una vez hubo un país llamado Palestina. Una vez hubo un modelo llamado Democracia. Pero ya no. Ahora hay cerebros humanos en cuerpos mecánicos, que trabajan para un régimen teocrático. Un magnicidio por estado, y la dirección del mismo de un modo automático. Asistimos a un cosmocidio. De bruces nuestra trayectoria, por una autonomía cultural irrisoria. 50 grados en Siberia, y seres sobreviven en ciudades verticales como escoria, como en la Torre Biónica de Shangai, es lo que hay, igual que la reproducción in-vitro de la raza. Se ha desestabilizado la armonía cósmica, superada la capacidad de carga. Desde que el planeta ha empezado a actuar como un cuerpo masivo acelerado, ha generado ondas gravitatorias, ha dejado de existir la simetría, la historia, y ahora todo es abstracto, todo es expresionista, el Ser Humano fue borrado de la lista. El futuro perfecto es sólo un tiempo verbal en este panorama surrealista. Digeridos por un astro primitivo, diferentes motivos dieron el adios definitivo. Un final positivo para la bóveda celeste. No existe el principio del universo ni de la vida. No existe el pasado para el tiempo. Se transforma. Asistimos a un cosmocidio. La mecánica celeste no pudo ver hacia donde íbamos repentinamente. Nuestra bóveda celeste no nos mostró hacia donde íbamos imprevistamente.