Nunca Dios mío, cesará mi labio De bendecirte, de cantar tu gloria, Porque conservo de tu amor inmenso Grata memoria. Cuando perdido en mundanal sendero, No me cercaba sino niebla oscura, Tú me miraste, y alumbró me un rayo De tu luz pura. Cuando inclinaba mi abatida frente Del mal obrar el oneroso yugo, Dulce reposo y eficaz alivio, Darme te plugo.