¡Cuán solemne y dulce aquel lugar Donde mora Cristo el Señor! Allí Su amor de Su almacén Despliega lo mejor. ¡Banquete rico! El corazón, Admirado, clama así: ¿Por qué Señor? ¿Por qué será Que me invitaste a mí? ¿Por qué me hiciste oír tu voz, Y entrar y ver tu bondad? Pues miles de hambre mueren ya, Rehusando Tu verdad. Pues el mismo amor que el manjar sirvió, Dulcemente a entrar me llevó; Si no, en mi pecado aún Habría estado yo. Sobre las naciones, ¡piedad Señor! Constríñelas a llegar. Envía Tu Palabra allí, Y tráelas a Tu hogar. Tus iglesias llenas, nos urge ver Para que con un corazón, La raza escogida, de Tu Gracia eleve el son. Amén