Hablando incoherencias casi al borde de la inconsciencia, los viejitos ya no entienden lo que hablamos y no importa, de ellos no hablamos más, tantas cosas que nos molestan, lo peor no saber ni a dónde vamos no tener nada claro en nuestro desahogo, sólo desahogarnos y gritar, y gritar empujar, empujar y desahogar. Y me quedé encaminado a ninguna parte y ya no sé para qué me exigen siempre que yo sea justo el que no quiero ser, el que no quiero ser. Tantas horas perdidas, tantas vueltas a la misma calle, tanto recibir imágenes, palabras y mensajes que no dicen nada, y si ya perdiste la fe si ya no crees en la ley si ves que tu camino ya no se endereza, si tu camino no se endereza y tu camino no se endereza. Y se me duermes los pies y no camino más . Y ya no hablo más incoherencias. Y me pongo a pensar que tal vez yo debería parar y no ayudar nunca más a que todo funcione tan mal, a que todo funcione tan mal. De forma tan perjudicial.