Habìa una vez, una gran fogata
Sin ser incendio, sensata.
Calentaba a un pueblo entero.
Leña escogida por un carpintero.
Bien oxigenada, motivaba a cada llama apasionada por seguir
Alumbrando; desafiando a tinieblas,
Vientos frios, tormentas violentas.
Pero nada la apagaba.
Hipnotizada por sus hermosos colores y elogios distractores
El humo se le subió;
Se le olvidó recargar el combustible,
Por un momento se sintió invensible.
Pero como cuando quitas un fusible: se apagó,
Pura ceniza quedó.
La fogata no prende, escúchala llorar.
La fogata se apagó, la fogata soy yo.
La fogata no prende, escúchala llorar.
La fogata se apagó, esa fogata soy yo.
Todo está oscuro, no se oye ni un "pío".
Irónicamente, la fogata "tiene frío".
Apagada, hecha carbón; por miedo a dar una mala impresión
No quiere pedir ayuda. Se escuda
En su pasado y momentos de gloria,
Pero se sabe necesitada de misericordia.
"¡Gloria al carpintero que me oxigenaba!"
Solo lo piensa, pero no lo llama.
El drama de ver a otras "fogatitas" tibias la hacen enojar.
Sabe que las puede superar, pero la verguenza de ese horror la tiene presa en la humedad.
Evade la realidad sin entender
Que, si no pide ayuda la fogata nunca volverá a encender.
La fogata no prende, escúchala llorar.
La fogata se apagó, la fogata soy yo.
La fogata no prende, escúchala llorar.
La fogata se apagó, esa fogata soy yo.
En donde hubo fuego, ceniza queda.
La fogata, sin ego, arrepentida espera.
La fogata no olvida que tiene madera.
Sueña con el carpintero, cuando en eso,
Un viento ligero oxigena lo que queda de ella
Y de una chispa se pone avispa para hacerle a la lucha.
Cuando en eso del cielo, una voz se escucha:
"Soy el carpintero y te traigo leña fresca,
Solo di mi nombre pa' que tu llama florezca.
Solo clama a mi y yo te responderé, oxigénate con mi palabra y te encenderé".
La fogata ya prende, escúchala gozar.
La fogata ya encendió, la fogata soy yo.
La fogata ya prende, escúchala gozar.
La fogata ya encendió, esa fogata soy yo.
Fin.