Una manada de muchachos Que más que ángeles, coyotes Pasean desvelados, al fuego despeinados Con la camisa en llamas Huyen del caos y los derrumbes De las frecuencias de la noche Del paso de los años Del carro de la vida Que viene a atropellarlos Adiós, al fin sus alas caen Deben andar un poco más Escucho hablar a una pared Los lamentos de la vieja Torre de Babel El hacedor de tempestad Se acercó a mi corazón Y me nublé hasta llorar Una tarde madre en los suburbios del haber ♪ Voy sentado a la orilla del mundo Bebiendo un litro de oro licuado Mañana cantando boleros Sobre una cuerda tensada A diez metros del infierno Del infierno Malo como dice una madre ofendida Como el sorgo o la plaga que mata en Cuaresma Siempre detrás de los ojos de un niño Que se fuma un cigarro Mientras arde su escuela destruida Aburrida Hoy borrando las chacras del odio Jalándose el labio inferior con los dedos Mascando la rabia que escupen los mudos Chamarra rasgada, quemaduras de viento en el cuero En el cuero Su risa lacera la carne, la fe y la vibra, ah De los perros Su risa invisible viruela que marca las broncas En su cara ♪ Negro de un pedazo de planeta muerto Como el centro mismo de las sombras Ojos que impresionan, traspasan objetos Descubren la muerte oculta que hay en ellos Ojos bellos Caminando por lugares prohibidos Atrapado en sus propios huesos Malquerido, como hijo de cuervo Despedido del nido del amor, horror ♪ Sin miedo quizá sumergido en terrores Viviendo del frío que corre en sus venas Molido a las diez en las calles malditas Un tiro de a dientes, un golpe a morir con su ángel De la guarda Su risa lacera la carne, la fe y la vibra, ja, ja De los perros Su risa invisible viruela que marca las broncas En su cara