Soñando con la gloria de tu amor, que es mi obsesión. Tus ojos proyectaron en mi alma un plenilunio. Tus labios, incitantes, empezaron a besarme. Y yo, apasionado, te miraba dulcemente. La luna que asomaba en la montaña, Contemplaba enternecida. Perfumes de amapolas y de nardos, Saturaban nuestro idilio. Dulce melodía, de la mañanita, En choza lejana, triste despertar. Que vino a empañar, El romance de mis sueños. Dulce melodía de la mañanita, En choza lejana, triste despertar. Que vino a empañar El romance de mis sueños. Frente a la realidad, maldigo la orfandad Que vivo sin tu amor. Contemplo el medallón que me diste al partir para no más volver. Y aquella cinta negra Que tus manos tersas dieron a las mías, Son el crespón de luto, cruel e inexorable, Que dejó tu ausencia, para mi sufrir. La luna que asomaba en la montaña, Contemplaba enternecida. Perfumes de amapolas y de nardos, Saturaban nuestro idilio. Dulce melodía, de la mañanita, En choza lejana, triste despertar. Que vino a empañar, El romance de mis sueños. Dulce melodía de la mañanita, En choza lejana, triste despertar. Que vino a empañar El romance de mis sueños. Frente a la realidad, maldigo la orfandad Que vivo sin tu amor. Contemplo el medallón que me diste al partir para no más volver. Y aquella cinta negra Que tus manos tersas dieron a las mías, Son el crespón de luto, cruel e inexorable, Que dejó tu ausencia, para mi sufrir.