Un joven de Korrione fue hasta el Monte Kobate De una lamia se privó, bella, extraña, agreste flor Melena taheña y peine de oro. Él la quiso desposar y ella dio su condición: 'Si averiguas tú mi edad con el celo de un reloj Me avendré a casarme y poseerás mi amor'. Cabizbajo se marchó: '¡Ay, quién fuera adivino!' Mas devota a su ambición el joven no se rindió, 'Mi vecina hallará la solución'. 'Prendado y buen mocete, claro que te ayudaré' Rauda la mujer partió hacia el Monte Kobate Hasta a la cueva de la lamia alcanzar. Bien de espaldas se agachó y boca abajo asomó Por las dos piernas su tez, la cabeza de revés Y a la lamia el susto aterrorizó. 'En mi larga vida hallé cosas feas de verdad Ciento cinco tengo ya y nunca vi un horror igual Ni nada que vea lo superará'. 'Linda lamia, dulce amor, rosa de mi inspiración La centena y cinco más suman tu longevidad. Se casaron un abril, madre le quiso advertir 'Joven hijo, fíjate, de tu lamia hasta en los pies No digas después que no te avisé'. Cuando la noche cayó y yacieron en besos Al tocar su desnudez, pies de pato descubrió Y al joven el susto paró el corazón. En su corta vida halló damas bellas de verdad Veintidós años de edad y nunca vio un horror igual Ni nada habría de volver a ver ya.