Pinta la ciudad la imagen de su cerro. Recostada como un libro abierto, A espaldas del desierto. Colgado de un hilo, Yo le entrego el aire que respiro Nunca he estado aquí, Tan cerca de mi sombra Que llovió en la tierra que ahora piso Y la recibe generosa. Mi voz como el agua, Respiro de mar, es camanchaca. Hay un país atravesado en mi garganta Que nunca recorrí. Desconocidas son mis manos, La sangre en mis venas. Pero tengo casa en esta luna llena. Sé que ahora me guía otra vez la luna buena. Madre voy a tardar A hacer lo que me alcanza. Yo lo sé, no soy lo que querías. Del costado de Cristo, la lanza. Duerme, vida mía, Cuentan que mañana es otro día.