Aprieto los puños, no puedo evitar la desolación. Ya aquí anocheció, inútil luchar más. El tiempo transformó las horas en colores grises, La voz mutiló las fibras de mi identidad. Sentado frente al mar Mis recuerdos de cristal se desvanecen Con cada amanecer, En cada respiro. Es la tierra de nadie.