Nunca zarpó. Nació en la espuma de altamar aquel velero de madera de coral. Sueña con islas donde nunca llegará. Cuando el amor es hijo de la tempestad y a la deriva siempre condenado va, nunca hay buen tiempo, todo es viento y nada más. Y aunque no existió ni dónde encayar, nadie en el timón ni rosa del mar, saben que el amor siempre es naufragar. Es la canción de los amantes sin lugar, no hay tierra firme en esta historia de la sal. Siempre hay un precio para la felicidad. Y les tocó por su pecado original tanta belleza errante sin arenal. Esta marea que nos llega a desbordar. Y aunque no existió ni dónde encayar, nadie en el timón, ni rosa del mar, saben que el amor siempre es naufragar. Y aunque no existió ni dónde encayar, nadie en el timón, ni rosa del mar, saben que el amor siempre es naufragar. Y aunque no existió ni dónde encayar, nadie en el timón, ni rosa del mar, saben que el amor siempre es naufragar.