No soy ese que en ti busca un refugio, Mujer que alguien pensara invernadero. Vivo para interpretar el dulce naufragio De todas tus catástrofes, y sé que mi razón te desconoce. No necesito que me abrigues, solo que me enciendas. Tan vos que tú y yo con tantas ganas de perderme, otros friolentos siempre habrá, desesperados en busca de tu boca. Y aunque el jardín inocente alardeen tus buenas maneras. Se que ahora mismo en el centro de la noche, soy la semilla indisciplinada de tu sueño. Eres mi catástrofe favorita y explicar tu belleza al mundo es mi trabajo. Allí donde la ciudad termina con sus blindajes estériles, abandonó kamikaze feliz mi espada y mi armadura. Confió a las primeras flores la custodia del idioma entero. Y desnudo ya de todo entro al bosque buscando caer en tu trampa