Allí donde faltas solo queda el triste ensayo, de la llovizna. Y hay ciudades tan tristes que dan ganas de regalarles tu nombre. Y no es dolor porque te extrañe, más bien es que sin ti se me acalambra la vida, Y mi luna muere sin ventana, y mis soles se me esconden, se me esconden. Cuando no eres el destino, llego a ninguna parte. Y me duelen los caminos, y me cansan los cantares. Si no estás soy ese frío que naufraga en los umbrales, un rumor que va perdido preguntando por tu calle. Y me alcanzan los colmillos de la tormenta del hambre. Y me ladran los cuchillos del oleaje de la sangre, del oleaje de la sangre. Allí donde faltas solo queda un desamparo como una isla, donde el tiempo me impone por tortura el compás de los deroges. Y voy sin voz, y voy sin piernas bajando por el filo de la guillotina En tu ausencia quedo mutilado y al borde mutilado de canciones. Cuando no eres el destino, llego a ninguna parte. Y me duelen los caminos, y me cansan los cantares. Si no estás soy ese frío que naufraga en los umbrales, un rumor que va perdido preguntando por tu calle. Y me alcanzan los colmillos de la tormenta del hambre. Y me ladran los cuchillos del oleaje de la sangre, del oleaje de la sangre. Si no estás soy ese frío que naufraga en los umbrales, un rumor que va perdido preguntando por tu calle. Y me alcanzan los colmillos de la tormenta del hambre. Y me ladran los cuchillos del oleaje de la sangre, del oleaje de la sangre, del oleaje de la sangre.