Sombras en la noche del monte,
Luces se vislumbran lejos al horizonte,
Sentimientos de terror en tu cerebro actuando,
Espectros se desvanecen caminan levitando.
Nada es lo que parece hay miles de ojos mirando,
En fracciones de segundo la vida va pasando,
Grabado sobre rocas, piedras, enigmas,
Pieles que se cuecen y aparecen estigmas.
Sombras de seres que te observan impasibles,
Voces te susurran en frecuencias inaudibles,
Cantos de niños apacibles que se impregnan,
En paredes de emociones que descansaran eternas.
Un romance infinito con el tiempo se pudrió,
Hay un hombre sentado en el kilómetro donde murió,
Almas que se fueron, no tuvieron paciencia,
Condenadas a repetirse como una secuencia.
La soledad del leproso, viajes que se escapan del cuerpo,
A cuerpo, un muerto en el foso,
Objetos sin un donde ni un cuando,
Visitantes a los pies de tu cama observando.
Llega la venida de los niños índigo,
Y sufren el castigo de este cuerpo físico,
Oraciones para el sol para la lluvia,
Las artes que se ocultan en Lemuria, Satán y su furia.
Combustión espontánea en el cuerpo de un mendigo,
Voces que te dicen "hazlo" o acabare contigo,
Un arlequín sin ojos que no deja de mirarte,
La llama encendida que te incita a autolesionarte.
Mientras el silbar del aire plagia a una vieja armónica,
Niños inconscientes invocando a verónica,
El cerrar de una puerta que en la noche te despierta,
Hablando en latín antiguo usando lenguas muertas.
Cintas de video que justo siete días después,
Acaban con tu banal existencia si las ves,
Viajeros en el tiempo, dimensiones paralelas,
Ritos paganos a la luz de unas velas.
El mismo sueño repitiéndose una y otra vez,
La silueta de tu rostro en las caras de velmez,
Viven en tu armario, duermen debajo de tu cama,
Alérgicos al sol alimentaos con sangre humana.
Seres en la sombra, guerreros de la luz,
Las marcas de unas uñas en el interior de un ataúd,
Almas vagando en un desfase cuántico,
Elfos y sirenas escuchando el cantico.
Momentos contigo que juraría que ya he vivido,
Muertos que regresan, estruendos, alaridos,
Y sudores fríos, paralizados por el terror,
Mirando hipnótico la niebla en un televisor.
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