Si me vas a dejar, Te invito a convidarme las luces que verás ahí, cuando yo divague en la penumbra. Si me vas a extrañar, no dudes invocarme. Ey! Todavía se puede cantar las voces de la Amapola! Si me vas a olvidar, pueden desafiarte: Las manos saben la canción, los cuerpos de la sanación. Una bici va llegando al Cabo Roig. Dejá... dejá que el tiempo hable en el corazón. Soñá! Soñar. No son los ojos los que saben ver. Y abrí... abrí! Tenemos juegos más anchos que el mundo. Pensar? Pensar? Si nadie sabe que habrá más allá. Allá, señales habrán. De que sirven las señales? Las mismas canciones, el beso del amigo. Vos llegándonos. Las luces de tu nombre en los trenes que viajamos. Yo llegándote. Y mi noche tan absurda, tan de ensueño. Yo cantándome y tu alma ahí. Y tú beso ahí. Los primeros contactos son adioses tan cercanos que al oriente van. Al sabio oriente vas. "Tan temprano" que duraba en la India, yo soñaba y vos cantándome. Las playas en tus fotos. Tan exacta, tan radiante. Yo cantándoles. Tan distantes! tan lejanos! Siempre arcos de otros mundos van trayéndonos. Desatamos nuestros nudos! Respiramos! Y el azar nos devolvió la piel. Y tu cuerpo-aeropuerto, en la España tan profunda, tan herido. Es agosto, la llegada. La partida del viejo violín. Y vas llegándome. Yo ya tengo mis canciones tan soñadas, tan miradas, envolviéndote. Más allá! Quien sabe qué habrá más allá? (Nunca vimos el encuentro como un choque poderoso, Una fuga, Una estrella que se va al fin.) Hay señales, pero quien sabe qué habrá más allá? Ojalá pueda mirarte más allá. Encontrarte más allá. Encontrarnos más allá. Si te voy a olvidar, prefiero iluminarnos ya: Son dos bicis, van llegando al Cabo, las voces cantan la Amapola Son las luces que sostengo ahora mientras vos divagas la penumbra.