Las luces de mi ciudad funden la distancia. Todo lo dejo atrás. Toda apariencia. Las calles de mi ciudad no olvidan la asonancia del nombre de este león, de su inocencia. Las voces de mi ciudad, siempre en mi cabeza, me gritan dónde estará, cuál es su frecuencia. Si el norte me hiela todos los huesos, o si el sur me deja atrás, sonreiré. Las luces de mi ciudad, que saben dónde voy, inertes. Quieren quedarse dentro de mí. Quiero.