El Señor hizo un yugo con mis culpas
y lo ató con su mano,
me lo echó al cuello y doblegó mis fuerzas,
me ha entregado en unas manos
que no me dejan levantarme. (Lam 1,14).
Ay, mi cariño, cariño se va apagando.
Entre dolores y penas se va secando.
Y los cuidados que puse para aliviarlo,
han sido en vano no he podido ayudarlo;
han sido en vano no he podido salvarlo.
Ay, mi cariño, cariño, no estés callado.
Ay, tu silencio me tiene, desconsolado.
Por más que quiero, no puedo oír tu canto.
Tanta ternura marchita, lleva tu encanto,
tanta ternura marchita, me queda el llanto.
Dame una razón primavera para esperarte.
Dame una razón esperanza para creerte.
Ay sólo me quedan penas de compañera.
Sólo me quedan recuerdos y mil quimeras.
Por eso estoy llorando,
mis ojos se deshacen en llanto;
no tengo cerca quien me consuele,
quien me reanime. (Lam 1,16).
Ay, cómo quisiera amarte, ay para siempre.
Entre mis brazos cariño, ay, retenerte.
Pero te vas de mi lado, qué mala suerte.
Ay, me arrebata de ti, la mala muerte.
Ay, me arrebata tu amor, la mala muerte.
Dame una razón primavera para esperarte.
Dame una razón esperanza para creerte.
Ay sólo me quedan penas de compañera.
Sólo me quedan recuerdos y mil quimeras.
Ay, mi cariño, te vas, si he de perderte,
Para que voy a seguir, maldita suerte.
Yo ya no quiero sufrir,
llévame, llévame muerte.
Yo ya no quiero vivir,
si he de perderte.
Llorando estoy tu partida,
cantando voy tu recuerdo,
Hasta que yo vuelva a verte
estás en mi alma presente.
Llorando estoy tu partida,
cantando voy tu recuerdo,
Hasta que yo vuelva a verte
estás en mi alma presente.
Letra y Música: Diego Cabrera Rojas
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