El caballero del traje español Guarda escondido en un viejo jarrón Un broche con el que un buen día se pinchó Hasta el fondo de su corazón. Cayó desmayado y cuando despertó No estaba en su casa sino a pleno sol, Rodeado de bañistas en Mahón Y, tan blanco, pues llamaba la atención. Los óxidos metálicos, De hace más de mil años, Lo transportaron en un viaje que Sólo existe en mi cuaderno gris De un verano encerrada en Madrid. Alegre saltaba el ciervo en el plato, Solamente por pasar el rato. Mas, de pronto, del plato se cayó Y una taza de chinescos lo absorbió. Por todo Oriente el ciervo moro viajó: Pekín, Hong-Kong, Manila, Ho Chi Minh o Saigón. Y en Saigón de una cierva se prendó Y ya nunca a su plato regresó. Los óxidos metálicos, De más de seiscientos años, Lo transportaron en un viaje que Sólo cabe en mi cuaderno gris, De un verano encerrada en Madrid. La pelota de Nivea se convierte en un botijo De color verde esmeralda, De Puente del Arzobispo. Busco en códices miniados Alguna fotografía De piscinas y paisajes, De revistas de viajes porque... Los óxidos metálicos, El son del mar lejano, Los bolis destintados, La luz del Mediterráneo.