Musgo en la mujer hecha de barcos Navegando lento por su pecho y su piel; Cuerpo de murmullo de un náufrago azul, Caramelo amargo de estío de mar, Rosario marchito de caricias en su puerto de amor, Diamanda. Nunca salió el sol para Diamanda; De sus ojos jamás nació una gota de alma, Y su pena es gris historia de ginebra y daño; Labios de zarzamora Que dejan heridas en las huellas frías del besar. Ay, linda Diamanda. Pero hoy en el abrir de esta mañana, Por fin ha salido el rey, El sol erguido, Que sin silla de ruedas Despertó a Diamanda, Y, desde su alegría estrangulada, Han brotado de sus ojos sendas lágrimas Que con el tacto del sol Han formado Un arcoiris de lágrimas.