En los huesos de aceituna estaba escrito En los callos confundidos con las piedras En las botas de montar del señorito En lo amargo de la almendra En su mentirosa flor En el sur que Blas Infante imaginó En el llanto de los mulos En la boca nauseabunda del gigante En reatas infinitas de miseria y de dolor En las negras herraduras de alazanes En las capas, en los cirios y en las cruces En los palios que endurecían los panes En la tapia sin resuello Que la memoria tiró En la leche agria que secó el presente En las migas cortijeras En el viejo castañeo de los dientes En la noche de los tiempos que oscurece el corazón Somos la sangre que hay bajo las tejas Somos las manos cansadas de encalar Somos el hambre que va tragando rejas Somos la tierra por desenlutar Somos la sangre que hay bajo las tejas Somos las manos cansadas de encalar Somos el hambre que va tragando rejas Somos la tierra por desenlutar Se llama rabia Lo que el tiempo escribirá, ya estaba escrito En las canas de aquellas raídas crines En las nubes polvorientas de mosquitos En su lluvia de terrones En su espalda de algodón En el cante que nació desencantado En caminos de tricornios En poetas que rompieron los candados En la madre Andalucía que luchaba contra el sol Somos la sangre que hay bajo las tejas Somos las manos cansadas de encalar Somos el hambre que va tragando rejas Somos la tierra por desenlutar Somos la sangre que hay bajo las tejas Somos las manos cansadas de encalar Somos el hambre que va tragando rejas Somos la tierra por desenlutar Se llama rabia Se llama rabia