Haciéndonos fuertes y temibles, escribiendo nuestra historia en las colinas de Austerlitz. Innecesaria estupidez de los que pierden su tiempo inútilmente en competir. Estratégicamente increíble. El nos decía Esta noche, es la noche más gloriosa que jamás pensé, Me dejo en tus manos otra vez. Y veo pasar sobre mi cara mi vida, y vi correr las guerras por mis venas, Como si hubiese escrito el libro de Sun Tzu y en un instante los flashes de Waterloo. Fundiendo en sangre nuestra estirpe, junto a los míos, esta unión inquebrantable. Aquella inmensa calidez, se derrumba así San Petersburgo frente a mis pies. Iluminados por el fuego, el nos decía... Esta noche, es la noche más gloriosa que jamás pensé, Me dejo en tus manos otra vez. Ah, ah, es el final Ah, ah es mi final.