Diez y cuarto de la noche Con más hambre qué vergüenza, De tanto mirar al suelo Se paga las cervezas. Ve los cuerpos sudados Que se agolpan en los bares, Que no viejas tabernas Sino centros comerciales. Parecen haber olvidado Sus códigos postales. Y se pregunta qué les pasa, Por qué hoy llevan esas pintas. Mira a esos dos notas Haciéndose fotos movidas: Los espejos les devoran Con tendencias suicidas. Y atiende a esa chiquilla Consumiendo cocaína En lo alto de un capó, Cree que reta a la policía O que sin conciencia ni pasado Se rebela ante el sistema Y como mucho consigue Asustar a un par de abuelas. Sólo quiere ser como Un gángster americano, Después ni puta idea De quién coño es El Jaro. Aspira, aspira, aspira Más que la clase media. Aspira, aspira, aspira Por la napia su inocencia. Aspira, aspira, aspira Como la clase media, Un espejismo cutre Que parasita su cabeza. Por momentos piensa Que no existen de verdad: Son infames alteregos Como en su virtualidad; Ellos piensan que sujetan La vida por las solapas, ¡qué coño van a sujetar Si tragan mierda a cucharadas! Putas de lo suyo, Una postal barata, Idas y venidas De un camión de la basura A las tantas de la madrugada, A las tantas de la madrugada. Decide irse de allí, Está todo desquiciado. Ve a un tipo de espaldas, Parece encenderse un cigarro. Y va a pedirle uno (¡amablemente!) Pero no es el mechero lo que ilumina su cara, Lo único que alumbra es la luz de su pantalla. Con la mirá perdía como un cerdo anestesiado Directo al matadero y entre las piernas el rabo (Entre las piernas el rabo).