¡Ah, malaya un trotecito Que no terminara nunca! ¡Ah, malaya quién hallara Aquello que nadie busca! Alba de rubios asomos Floreció tu cañal tinto Y me le prendió el retinto Espigas sobre los lomos. Corcel que apechaste plomo Bajo el látigo de un grito: Si tu casco lleva escrito Ritmo de bravas chipolas, Por esas picas tan solas, ¡ah, malaya un trotecito! Yo ya no sé si rasguea Mi voz nativos dolores Los que me rasgan la idea. Cuando en la mata florea Hasta la palmera trunca, Cuando el estero se enjunca, Este mal que nos desgarra, ¡quién lo creyera, guitarra, Que no terminara nunca! Todo mi sueño sin cuna Se volvió copla al dejarte Y me prendió sobre el arte Jazmines de adiós con luna. Piqué mi mala fortuna Por la tierra muda y clara, Y hoy, pura sed a la cara, Soles de duros reflejos, Agua de tus ojos lejos ¡ah malaya quién hallara! Tú, la del barrio señero Que me miras cuando salgo Como si valiera de algo Tener fama de coplero, Deja que el sol mañanero Sobre los cardos reluzca, Y que la estrella traduzca La honda sed del caminante Que encontró en la arena errante Aquello que nadie busca.