Dentro de poco mi espíritu saldrá por mi boca, nada temo. Encontraré mi camino hacia el sol y No me convertiré en un xaxo en pena, En un torbellino de polvo. Mi ajuar es parco, aquí, tapiado en la azekka alta del Guayadekken: Apenas un gánigo de agua y mi ammagad. Yazco sobre un chajask jaspeado de resina, las lágrimas de la madera. Según el wañamenn de Taguitunt hasta Los árboles lloran nuestra desgracia. ¿De qué valió la ayacha, el hidromante y su conjuro? Los "demonios Castilla" esparcieron al viento una Peste que nos abrasa las vísceras y nos deja postrados. En las trochas nuestros hijos son devorados por los perros. Despiadado ha sido el último tagerst, nuestros dioses han abdicado. Mas el firmamento sigue colmado de Estrellas y la cúpula celeste no se derrumba. Nada entiendo. Pero ¿qué hemos hecho? Enloquecidos por los Jenun del orco, Algunos hermanos ya reniegan de su sangre, La que vertimos en una guerra de más de mil años. Cuando nuestra estirpe olvide nuestra lengua ya no existiremos, Vagaremos sobre la tierra sin saber ni qué somos. No quiero vivir para verlo.