"Madre, ¡hoy no me levanto! ¡No quiero ir a la escuela!" ¿Qué estás diciendo, mi niño? ¿Y a santo de qué te niegas? Ayer, Pedro, el del alcalde, me llamó "hijo de ramera" La madre queda pensando en recuerdos y en vergüenzas Sabía que pasaría, lo sabía con certeza Hijo, debo contarte una historia que pasó hace unos años muy cerca En un pueblo, junto a éste, hubo una hermosa doncella Que tenía quince años y una belleza muy fresca Se bañaba junto al río en un rincón de la alberca Un día, tres mozos llegan para, sin ser vistos, verla Se excitan frente a esa flor rebosante de pureza Y entre los tres, y a la fuerza destruyeron en la niña La más grande de sus prendas Y de aquel salvaje acto lleno de horror y violencia Naciste tú, mi buen niño para alegrar mi tristeza Sólo viví para ti, no me entregué fue a la fuerza Y si eso es una ramera que venga Dios y lo vea Vete a la escuela, mi niño pero vete sin vergüenzas Con la cabeza bien alta y subidito a la acera "Sí, madre. ¡Voy a la escuela! Y si a Pedro se le ocurre... ¡Le escupiré en la cara!" Madre muchas gracias por ser una madre entera