Martín tenía un violín,
Pero nunca lo tocaba,
Pues amaba a Raquel
Y a ella sola miraba.
Raquel era mujer cruel,
Y del pobre se burlaba,
Yo solo te he de amar,
Cuando sepas tocar.
A solas con su violín,
Practicaba y practicaba,
Pobrecito Martín,
Casi nada avanzaba,
Pero todo buen afán,
Tiene siempre recompensa
Y un buen día Martín,
Dominó a su violín.
Martín tocaba el violín
Y a la gente la encantaba
Y hasta un ángel bajo,
A escuchar su tonada,
Fue entonces cuando Raquel,
Comprendió cuanto lo amaba
Y le dijo a Martín,
Tuyo es mi corazón.
Pero Martín respondió,
De mi amor no queda nada,
Solo quiero al violín
Y a mi música amada
Y por eso murió la Raquel,
Al sentirse despreciada,
Es que el verdadero amor,
Mata la burla.
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