¡Ay, mujer, lo que has hecho conmigo! Después que mi vida toda te la di Tú me has hecho entregarme a los vicios Rodando en la calle, qué amargo sufrir A mi madre, que tanto la quiero Que no se compara con tu amor tan cruel Hay en veces que me la has borrado Pobrecita de ella, comprende, mujer Tú has querido darte mejor vida Y no las pobrezas que te iba yo a dar Ahora gozas de la mejor vida Y yo aquí, perdido, sin dónde parar Solo tengo el abrigo de madre Que nunca me olvida, con su amor tan fiel Porque, en ella, no existen rencores Y ese amor tan limpio, no quiero perder