Dentro de mi pulso te llevo metida, Eres la candela de mi pensamiento, Me bebo en tus labios la muerte y la vida, Con tus achares, ceguera y tormento. Yo soy en tu mano como un cieguecito, Barco que navega por tu voluntad, Si tú me quisieras siquiera un poquito, No me dejarías padecé este mal. El cariño verdadero, ¡ay! Es humilde y es callado. El cariño pregonero, ¡ay! Nunca llega a ningún lado. La yerbabuena de mi querer Tú la dejaste morir de sed. No me naqueles, gitana mala, Que sé quién eres. Tú a mí no me quieres y bien yo lo sé, Aunque lo juraras por vivos y muertos No te iba a creer. Me dices: te quiero, Pero en tus palabras no encuentro verdad, Pues aunque en mi vida no he sido platero Distingo el sonido que tiene el metal. Tú a mí no me quieres y bien lo sé yo, Pero ese tormento yo no se lo cuento Ni a mi corazón.