Tu risa sonora, tu respiración, Tu extraña habilidad, para conquistar Tantos reinos en tantos planetas. Como un equilibrista deslizándose sin red De tu cuerda hasta mi puerta Entraste a mi torre, me viste dormir. Tu boca me beso, mi boca despertó Del conjuro de una noche eterna. Tu soplo invisible le ordeno a mi corazón Que latiera, que latiera. Zarpamos sin tener lugar al que llegar, Sólo al viento empujando las velas. Detendría el tiempo para que anidaras en mi pecho Si pudiera, si pudiera. Detendría el tiempo para que vivieras en mi pecho Para siempre, si pudiera. Mi don para verte y saber quién sos, Tu don para fundar sobre mi colchón Un imperio de amor sin promesas, Donde nada es imposible Y el latir del corazón es la única certeza. Llegaste cantando, me hiciste cantar Es parte del amor, saber que vivirán Nuestras voces cuando todo muera, Como el eco de una melodía sin final, Conocida y siempre nueva.