Galleguita, la divina, La que a la playa argentina llegó una tarde de abril Sin más prendas ni tesoros Que tus lindos ojos moros y tu cuerpito gentil. Siendo buena eras honrada, Pero no te valió nada que otras cayeron igual. Eras linda, Galleguita, Y tras la primera cita fuiste a parar al Pigall. Sola y en tierras extrañas Tu caída fue tan breve Que, como bola de nieve, Tu virtud se disipó Tu ilusión era la idea De juntar mucha platita Para tu pobre viejita Que allá en la aldea quedó. Pero un paisano malvado, Loco por no haber logrado tus caricias y tu amor, Ya perdida la esperanza Llegó a tu pueblo el traidor. Y, envenenando la vida De tu viejita querida, le contó tu perdición Y así fue que, el mes pasado, Te llegó un sobre enlutado que enlutó tu corazón. Y hoy te vemos, Galleguita, Sentada triste y solita en un rincón del Pigall, Y la pena que te mata Claramente se retrata en tu palidez mortal. Tu tristeza es infinita Ya no sos la galleguita que llegó un día de abril Sin más prendas ni tesoros Que tus lindos ojos moros y tu cuerpito gentil.