Y así, de pronto, nos hemos dado cuenta De cómo el tiempo se nos curva en las manos Se da la vuelta como un guante Y tras del trueno, se desgaja el rayo. Como después del uno, viene el cero. Tras la centena justa, los noventa y tantos Y después los ochenta de nuestra madurez, Más allá los setenta de nuestra esperanza. Y luego los sesenta, sin horizonte y meta Mientras sentimos como el tiempo pasa Y nos hacemos jóvenes Y nos hierve la sangre. Y como el rayo, nos llegan los cincuenta Con nuestra adolescencia silenciosa Comiéndonos terreno hacia la infancia Destruyendo culpables sensaciones frustradas. Y nos hacemos niños Que viven los cuarenta de miseria Que superviven palabras y rencores Saetas dirigidas hacia el vientre materno. Y nos llegan los treinta, nosotros sólo niños, Fetos tal vez, tal vez únicamente semen. Nacimiento invertido a otro mundo distinto Negación de este mundo: a un mundo verdadero Donde el tiempo transcurre Y los hombres son libres Donde el sexo es alegre y el pronombre es nosotros Donde la vida crece y sus frutos son claros Un mundo que nos llama y espera desde siempre. Donde el tiempo transcurre Y los hombres son libres Donde el sexo es alegre y el pronombre es nosotros Donde la vida crece y sus frutos son claros Un mundo que nos llama y espera desde siempre.