Espero que no te importe, que no puedo volver: He perdido el pasaporte, se ha inundado el taller. Fue por no retroceder ceder terreno, Si anoche te vi en el norte, y bueno, Ya veo que has llegado antes... Creo que hemos dejado lo de hoy para ayer, Otro capítulo por reponer, tú enciéndeme y a ver qué ponen... Me subí al tren sin moverme del andén, La duda ofende siempre, suerte que nos queda bien. Cuando me atiende, tiende la ropa a mi sol; No me avisó de mi rol, si lo sé improviso, O me quedo en casa y paso, caliento la sopa y caso omiso, Que tanto me pisa y tanto me quiso... ¡Va con prisa! ¿Me hablas de vender el alma a peso? Yo sé lo que es eso: rascar hasta dar con el hueso. La jaula del preso que implora: Por media hora de amor o demora no verá la aurora. Porque añora el mar el pez en el vaso, Si algunos días cuento tres ocasos, hoy no es el caso... Que yo si estoy, pues estoy de paso, Cuando parte mi tren con retraso. Leyendo el libro que me regaló: sonó el silbato, Cambió de marco, me dejó un cuadro, Pero a mi imagen que por poco ladro. Que el mundo lleva un velo yo lo tengo claro, No sé el color ni sé la talla, pero sale caro... ¿La valentía se mide en medallas? Vaya... ¡No hay minerales para estas agallas, oye! Vale que vaya a buscarla Y puede que me esté esperando, Duele decir lo que calla Y suele quedarse en mi bando. Y yo ando con la mirada tan desconocida... ¡¿Cómo puedes tener hambre de tanta ambrosía?! ¿No quedan libros suficientes en la estantería? O algo pendiente, diría... Solía gritar que vengo con el alma muda, y lo mantengo; Qué bueno que nunca me entiendo, y qué bien me miento, ¿no? No sé probar el fruto y no morder la piel O no mancharme cuando sabe a miel... Desde este asiento, paseo un desaliento extravagante... ¿Cómo sería yo si estuvieses delante? Puede que te viera y tuviera bastante, De las calderas de carbón al vagón restaurante