La misma noche que se acabó el mundo,
Bajé a la calle a por tabaco y casi confundo
La coma con el punto; al vivo y al difunto.
Todo se debe al mismo patrón si va a gusto del conjunto...
Y no era su misión la sumisión al bulto,
Bajando entre el tumulto del resto, ni pregunto
Si van sin rumbo, ¡no queda nada!
Sacuden el dolor por la ventana una vez por semana...
Suenan campanas: están atacando la ciudad.
Qué disparate son los escaparates de la humanidad:
Vanidad estoica, vanagloria, imperio;
Napoleónico barrido al tedio...
Hoy he venido, partido en menos de dos.
Aquí trafican el remedio y la tos; todo son datos.
El perro viejo ha perdido el olfato. Se ríe el gato,
Pero amar la luna no es algo sensato.
No queda paz de cartón y economato;
Sí pasión con colorantes, pastillas relajantes.
Haz una bastilla del instante.
Guárdate una astilla por si arde,
Una silla por si llego tarde...
El ego es el amigo más cobarde.
No debería hacer alarde de este desorden...
¿Buscan el orbe? Lo llevo a bordo.
Deja que estorbe que me hago el sordo, tanto que otorgo
A las historias que contaban mis antepasados
Un tono profético, la estética vuelta al mercado;
Ceremonias de amoníaco y desencuentro:
La plaza, la hoguera y la bruja dentro...
A modo de espionaje me he acercado al altercado,
Me han dejado algún mensaje y me he dejado así de flaco
Porque es un atraco lo que quieren vendernos, loco.
No veo mesías, sí una cruz bajo la luz del foco.
¡Escápate de aquí!, me grita un maniquí:
Medita si tu vida necesita un cambio de matriz...
De raíz, ¡qué mala peli y buena actriz!
¡Por favor, qué buen sabor deja una cicatriz!
Al final, de cajón: no tropieza un escalón;
Otra pieza de la misma colección, ¡qué ración doble!
Me escapé de la fe y del redoble del caminar innoble
Y me fui bailando un pasodoble...
Entre un desfile de máquinas y proyectiles:
Son engranajes de homenaje a las bajas civiles,
Y ya van miles. De este lado no hay sorpresa ni es notícia:
No hay justicia que no las apile...
¿Ellos siguen al líder? Me barrerá el escombro...
Que yo no persigo una sombra ni la llevo al hombro.
No tengo nombre ni tumba, en rotundo,
Bajaba la avenida dando tumbos de lado a lado...
Trémulo y desconectado;
Fugitivo y refugiado de alguno que sube al estrado.
Hemos crecido sin acuse ni recibo del abuso corrosivo;
Muros de acoso y derribo,
Y que no dejan síntoma sin moraleja:
Debes pintar el dolor, cambiar el color de tu reja;
Mecanizados en la queja,
Pero queda una cadena de montaje para cada oveja;
Una despedida y un paso a nivel,
Pájaros que gritan cuando mojan sus alas en fuel,
Y van cayendo en picado a mis pies...
He regalado mis ojos a un cuervo, y recuerdo que después
Me miran del revés, si hay un fulgor amarillo
Van de la cocina al salón, y ahora que canta el grillo
Pensé en coserme el agujero del bolsillo
Pero la moral no colabora al amor al dinero.
De sangre hay un reguero. Yo sé por qué se vierte,
También a quién divierte;
Tienen el mundo entero bajo su yugo.
Destapa la cara del verdugo,
Se esconde entre las sábanas que arrugo...
Que si me fugo no será de día,
Tengo corazón y el alma en rebeldía;
Cortesía y paradojas.
En cualquier estación se me deshojan
Las manos que me empujan;
Me dibujan un reloj en hora.
La misma noche que se acabó el mundo:
A las tres en punto, me vi subiendo solo una escalera...
Parece un palacio y es una condena:
El desierto de los niños que comen arena.
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