Se te caen las palabras de los ojos. Las gotas que bebo no las escojo. El cielo a tu lado, nublado y rojo, Ha durado lo que duran mis enojos: Lo justo, o poco menos que el disgusto De no encontrarme si me busco en un cambio brusco. Yo que regué una flor, pinté una calle Del mismo color que inundamos el valle... Y ahora ponme un punto de libro (me sabes de memoria), Dobla la página, imagina que cambia la historia... Me cubres de gloria, descúbreme el templo. No te sirvo de cruz ni de buen ejemplo. Mi virtud es una luz al tacto. En este remanso de paz, que ves que dejo detrás, antes hubo un impacto; Se extinguieron y siguieron sin horario Las manos que cosen el calendario. Recoge el inventario que te desordeno, Que ha venido un emisario a revisar el pleno Y la reliquia del santuario escrito que te lleno, Si te lo recito con mi mito de belleza heleno... ¿Y luego? Y luego el enemigo de la expectativa: No será bueno tanto hambre en la misma barriga... Yo sé que sueno repetido, el ombligo me obliga. Suerte que estoy contigo y me dejas que siga contando hormigas Cuando voy cantándole a la vida, que es un baile, Hoy sé que vuelvo tarde, no son los aires de ayer... Queda cielo encima de tu parque, Cuando se reparte esperando ver amanecer. Y tú removiendo el café, De la culpa y la fe compartir la custodia. Ni juez ni parte, ni voz cantante; Vivir fugaz sin paz ni gloria. Aves rapaces sobrevuelan el tren Y sobre el hierro va la carne también; Es una serpiente que me abraza y recoge a su paso, Tengo que hacerle caso: es un camino que conoce bien... Aquí termina la historia presente, El cruce de vías, la mirada ausente. Temer lo que se ama es un acto prudente, Tan exagerado como consecuente.