Son las ganas que no pierdo, mi pasión mis sentimientos,
El esfuerzo por buscarte y liberarte de lamentos.
Son las cuerdas que no vibran, las canciones que me callo
Por pensar que puedo herirte sin querer hacerte daño.
Son reacciones en cadena que no puedo controlar,
No he elegido condenarme al desespero de esperar.
Y es el beso que no llega, entre tanta complicidad,
Son caricias disparadas a tu lado en el sofá.
Son palabras que traspasan leyes que no están escritas.
No me importa qué hayas sido o que tus flores sean marchitas.
Es la ambigüedad patente, son los guiños que no mienten,
Son tus besos, tus abrazos, tu amistad es diferente.
Del dolor, de la incomprensión,
De la espera, del saber callar,
Del miedo a equivocarme
Y perder lo que soy por ti.
Cuerdas vibran en el Tártaro
La lira en manos de este Orfeo.
Es la excusa para verte,
La impaciencia que en el tiempo
Se hace fuerte y me desgarra
Desde el centro de este
Cúmulo de dudas en que habito,
Son las lágrimas que queman, son los gritos
Que no dejo que se escapen de esta voz.
Son las horas que no duermo,
Son las penas sollozadas,
Mi veintena de poema,
Mi canción desesperada,
Mi alma líquida en tu roca,
Mi entereza rota, mi aliento.
Reescribo las palabras
Y en esta criba te encuentro.
El sol va defecando luz y todo sigue
La música, la métrica, la vida que describes.
Es tu voz fluyendo en ritmo, tu poesía, mi alimento
El momento que no veo de contarte lo que siento.
Y me intento convencer de que no hay nada que ver
Pero algo cobró sentido, tú lo sabes, yo también.
Y después están tu fuerza y tu humildad,
¿Cómo no voy a quererte si te admiro de verdad?
Y la verdad es que me gustas con problemas o sin ellos,
Que te quiero aquí en mi vida siendo parte de este cuento.
Que no habrá oportunidades, más allá de la primera,
Que demande, lo prometo, la única será la buena.
Del dolor, de la incomprensión,
De la espera, del saber callar,
Del miedo a equivocarme
Y perder lo que soy por ti.
Cuerdas vibran en el Tártaro
La lira en manos de este Orfeo.
Es la excusa para verte,
La impaciencia que en el tiempo
Se hace fuerte y me desgarra
Desde el centro de este
Cúmulo de dudas en que habito,
Son las lágrimas que queman, son los gritos
Que no dejo que se escapen de esta voz.
Son las horas que no duermo,
Son las penas sollozadas,
Mi veintena de poema,
Mi canción desesperada,
Mi alma líquida en tu roca,
Mi entereza rota, mi aliento.
Reescribo las palabras
Y en esta criba te encuentro.