Una epopeya de cristales nos dejó el último invierno, a nosotros, constructores de páramos eternos El granizo de nuestros ojos unió los extramuros del mundo, donde supimos encontrarnos sin buscarnos. Dos historias inconclusas y un solo accidente. ♪ Supe habitar las ventiscas de tu boca y escalar esas sonrisas itinerantes sin la necesidad de mantas lujosas sobre los hombros Tronchado de ocasos rastreros, las estalactitas en mi espalda son vestigios de errores inacabados, aferradas a mi piel como la escarcha a tu cabello Como elaborar a los desvelos que compartimos en la complicidad del presente Admirando las estatuas de hielo de los que quisieron conquistar nuestras cumbres y no pudieron con la muerte que habita en nuestras laderas pedregosas. ♪ Pájaros taciturnos van siguiendo nuestros cantos amargos, como hilachas hilvanando una tristeza ecuménica, terrible en su realidad y su presencia La tristeza que chorrea de las espinas de tu vientre cada vez que me rasgas las manos y los andrajos en los que habito en este páramo El frío acechante, rumiante de despedidas y olor de hospitales van cercándonos paulatinamente el horizonte, observando inexorable como se rozan las cuchillas, inconmovibles ante las ortigas que no van repletando la garganta a cada tranco que damos. ♪ El invierno se detuvo en el momento exacto. ♪ Antaño macizos incólume, bastó echarlos andar por el mismo sendero para comprender el dolor como lo inevitable, lo bellamente inevitable En la lejanía los témpanos, en la cercanía los cortes La vida o el matarife en instalaciones mohosas secciona y divide cada pedazo que sirve a la industria del fracaso Despedregado transito por tus aceras heladas recogiendo tus esperanzas Cobijándolas en mi bolsillo cual reliquias de épocas remotas Con nuestros pasos convergieron al alero del humo, el bullicio de bares y estaciones de trenes. Trapecistas buscando el equilibrio entre los cortes y el frío. Dos erizos evitando la muerte en medio de la tormenta. De pupilas escarchadas y gélido andar nos constituimos. Buscando la distancia precisa entre nuestras espinas de los témpanos. Será nuestro calor contra los designios de la estepa.