Ella era una princesa Como de una fantasía, Contrastaba su belleza, Con tanta melancolía. De día se estaba quieta, Con una fuerte apatía, Mas de noche la tristeza, El cuerpo le sacudía. Yo vi sus ojos y lloré, Tomé su mano y la besé, Y ante el altar de sus piernas, Me arrodillé. Entre atávicos objetos Y cuadernos de poesía, Sepultaba sus anhelos De esplendor y de alegría. Yo vi sus ojos y lloré, Tomé su mano y la besé, Y ante el altar de sus piernas, Me arrodillé.