Aburrida de mirar manatíes enjaulados decidí que bailar cumbia era más sofisticado. Me subí a mi carro viejo con un gran mapa en la mano Porque prefiero caer bocarriba en los pantanos, antes que caer de lado. A tres días de llegar al confín de ningún lado me topé con un chamán ilusoriamente flaco, me pronosticó un gran viaje. Recorrido intergalac, recorrido intergaláctico. Cuando llegase a Colombia y trasmitiera en la radio Nacional, improvisando. Al salir de aquél delirio me dije, que peores cosas antes me habían cruzado. Caminito de Belén me crucé con un gato que tenía el ojo rojo como ají contaminado. Palpitando el corazón a ritmo desaforado recordé a la santa madre del propietario del gato. Me lancé a la carretera con el ánimo y a mitad de trayectoria me dio por poner la radio. Que el chamán era sincero, me dije. Llama, llama la frontera de todo lo imaginado. Me descontrolé en segundos a lo largo de la costa, al oir mi voz sonando en una cumbia colombiana; y pasé de ser guarajé latino a objeto volardor no identificado. Mi encomienda extrasensorial será: ATORMENTAR CHAMANES! Trasmitiendo desde del radio intergaláctica, sintonizada en tu casa. I love Chamanes.