La noche murmura Como una arboleda invisible Bajo la luna transparente y pura. Tiembla toda de grillos y de ranas Y de infinitos élitros A la orilla del río de palidez celeste Con tenues encajes de reflejos. ¿Por qué me quedo tanto tiempo Mirando el río profundo como un cielo Sobre el cual se recortan Unas ramas oscuras perfiladas de plata? Los álamos están Dulcemente solemnes Bajo las húmedas estrellas. El confín suave de delicados azules Apenas vaguea en el hálito lunar. Noche pura hasta la delicia De una transparencia que casi no es de ella, Y por eso tiembla en su desnudez Con un inefable pudor inocente. Letra: Juan Laurentino Ortiz