Vivimos un montón de historias maltratadas sin final Que llora a carcajadas en la voz de los falsos profetas Sabemos que no hay dios que proteja a los huérfanos de sal Que los brazos cruzados condenan querubines sin alas, sin sombras, sin mantas ni oportunidades Siempre es mejor confiar en nuestras fuerzas que esperar el milagro Si un árbol joven cae es porque lo han talado sin piedad Y con lagrimas blancas llorará los hijos que se ha guardado Astillas de su piel sobreviven sin sentido y sin querer Deliran a la deriva en aquel mar que no alberga sirenas, ni ostras, ni perlas, solo tormentas Siempre es mejor confiar en nuestras fuerzas que esperar el milagro Niño desesperado sueña perdido en la ciudad Por su brújula de cartón algunos abrazos reclamará Ratones se hacen caballos y alguna fruta en el carro va Desabrazados pasan las doce, cenicientas sin el cristal