¿Por qué inclinas la cabeza? ¿Por qué llegas a la mesa Sin mirarme cara a cara? ¿Qué cavilas? ¿Dónde estás? Como si un remordimiento Te amargara el pensamiento, Y un delito me ocultaras Que no puedes confesar. ¿Qué te pasa a ti, alma mía, Que desprecias la comida? Que te está asomando el llanto Sin motivo ni razón. Y te pones amarillo Cuando miras el cuchillo, Como si te diera espanto De una mala tentación. Toma tu copita, Tu cigarro puro, Y anda y que te miren Las niñas bonitas. ¡Te tengo seguro! Que si ayer viniste Casi amaneciendo, Fue por los amigos, Que te entretuviste. ¡Yo tó lo comprendo! Yo soy muy dichosa. Yo no desconfío, Por más que le gustes A las buenas mozas... ¡Tú eres mi marío! ¿Por qué duermes intranquilo? ¿Por qué vives siempre en vilo, Si yo no te pido cuentas De a onde vienes y a onde vas? ¡Si es por mí por quien suspiras! Lo demás sé que es mentira. Ni le pasas una renta, Ni es tu amor, ni lo será. Ni mereces mi castigo Porque tú hablando conmigo, Te equivoques y me sueltes Otro nombre de mujer. Son cosillas pasajeras, Que si yo me las creyera, Mereciera hasta la muerte Por dudar de tu querer. Ese olor que llevas A mí no me asusta. ¡Tú te has perfumado Por hacer la prueba, Pa' ver si me gusta! Toma este pañuelo. ¿Quién te lo ha prestao? No me gastes bromas Para darme celos... ¡Qué susto me has dao! Vete a dá una vuelta, Tráeme algún regalo, Que yo no me acuesto, Yo espero en la puerta Por si vienes malo. Busca otro barbero Que se de más maña, Porque ese que tienes Te afeita ligero Y a veces te araña. ¡Yo soy muy dichosa! Yo no desconfío, Son criticaciones De cuatro envidiosas... ¡Tú eres mi marío