Había una gran enredadera Cubría una casa interminable Igual que una oculta ruina azteca Olía a petunias y a hierba fresca Recuerdo cayendo fina lluvia Cayendo y la casa como una selva Pasábamos todo el día en ella Sobre las brasas cocíamos carne De noche, la luna abría la niebla A veces te daba por cantar Con un suave acento extranjero "No, muchacho, no" Igual que en aquella canción En esos casos llovía aún más Y de ese modo te oía llegar Un vértigo precioso se instalaba Igual que la selva en esa casa