Es la flor de hoy,
El perfume de mañana,
La ausencia de los recuerdos,
Las espinas del pasado,
Y una sonrisa fría
Que espera ser parte del sol.
Es la locura pura
Desde su lado más cuerdo,
Las palabras tan calladas
Marchan siempre en el silencio.
Es la fuerza de mi furia,
Y el miedo a no ser sincero,
Son calladas las mañanas,
Ruidosas noches de hielo.
Es la más lejana luz,
Es la estela de mi cuerpo,
Es de su fruto el árbol,
La cosecha de mi cielo.
Es el himno que no aprendo,
El que olvido y que no entiendo,
Es un ronroneo nuevo,
De los brazos los abrazos,
De las gotas de mi sangre,
Rojo mar, negra la noche.
Es la presencia tan blanca
Los deseos de tu mente,
Es el sonido patente,
De tus labios se desprenden.
Es el pálido no ver,
Es el que lejos te encuentres,
Que nunca me hayas sentido,
Que nunca me dejes cerca,
Que nunca te tenga enfrente,
Que nunca sientas mi Ser.
Es la espada helada en mis oídos,
Nudo, presa, fe, vereda, hastío,
La última frontera por cruzar.
Es temblor de cielo, el desvarío,
El azar fragante del destino,
Las cartas marcadas sin jugar.
Es el nudo entre el cielo y la carne
Un imperio huérfano de sangre,
El aroma a la batalla sin final.
Es el horizonte un paraíso,
Implacable sed de mis sentidos,
Es un haz de luz en mi final.
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