Tengo la caricia abierta, Pero mi palma desierta, Empapada de noche sin miel; Tengo la piel alisada, Pero el alma recargada, De colores intensos tambien. No conozco la emoción, De quedarme son aliento, Es sentir que las frazadas, Tiemblan como las campanas, Con un niño en nuestros cuerpos. Tengo la sonrisa abierta, Para la mujer desierta, Que atesora la esencia de un ser; Tengo la tibieza envuelta, Esperando la respuesta, De tus ojos que empiezo a entender. No conozco la emoción, De quedarme son aliento, Es sentir que las frazadas, Tiemblan como las campanas, Con un niño en nuestros cuerpos. Es sentir que las frazadas, Tiemblan como las campanas, Con un niño en nuestros cuerpos.