Renace, en esta zamba, el recuerdo del ayer Y esta soledad que no puedo comprender. Toda la alegría De saberte mía, Nunca más has de tener. La gloria de tu amor para siempre ya se fue Por ese camino, donde no ha de volver. No tengo consuelo, Cuando me desvelo, Sin acariciar tu piel. En la soledad de mi pobre alma, Cantaré para recordarte y andaré, Sin tener un consuelo para mi dolor. Volverás un día, compañera mía, Sangre de mi corazón. Te veo en el paisaje, donde con Dios estás Y al altar del cielo le pido sin cesar: Lleve a mi destino, Por ese camino, Donde te pueda encontrar. La magia de tu encanto alumbra mi pesar, Si florece el llanto en las sombras de mi andar, Cuando tu presencia Llega, tras la ausencia, En mis noches al sonar.