Él calmó la ley temible y sus llamas apagó;
Con su sangre nos lavó,
Con su sangre nos lavó,
Con su sangre nos lavó,
Y nos acercó a Dios.
Dándonos oídos y ojos, nos llamó y enseñó;
Con su sangre nos compró,
Con su sangre nos compró,
Con su sangre nos compró,
Nos presenta ahora a Dios.
Porque Amparo fiel tenemos, y nos brinda el galardón;
Con su sangre nos lavó,
Con su sangre nos lavó,
Con su sangre nos lavó,
Y nos llevará a Dios.
Su merced y su justicia son unidas y sin par;
Con su sangre nos lavó,
Con su sangre nos lavó,
Con su sangre nos lavó,
Y nos dio la paz con Dios.
Que desde antes proclamaban, desde lo alto dan su voz:
Sí, tu sangre nos lavó,
Sí, tu sangre nos lavó,
Sí, tu sangre nos lavó,
Todo honor a Ti, Señor.
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