Un señor que dio una fiesta a sus Amigos, un espléndido banquete preparó. Después mandó criados, A los siervos más amados, recordándoles la celebración. Hoy día quiero veros. Debéis acudir ligeros. Mi sirviente la comida preparó. Está la mesa puesta, Disfrutemos de la fiesta y llenemos de alegría el corazón. Pero los amigos no quisieron aceptar aquella amable invitación. Y con excusas, con pretextos, Con disculpas fue explicando cada uno su razón. Tengo negocios, Dijo uno de los amigos, y no puedo abandonar mi ocupación. Otro invitado cuenta que aunque mucho lo Lamenta ha de ir a un nuevo campo que compró. El señor al recibir esta repuesta, enfadado, a sus amigos ignoró. Mandó invitar a gente menos Displicente que aceptaran al llamado de su amor. Salieron servidores, A los últimos rincones, convidando sin ninguna distinción. Buenos y malos, fueron. Muchos acudieron y llenaron el palacio del señor. El Señor te está llamando a su Fiesta porque quiere su alegría compartir. Él quiere estar contigo, quiere ser tu amigo. No te niegues si deseas ser feliz. Que no te pase a ti, Como les pasó a aquellos hombres que al rey dijeron no. La dicha se perdieron porque no Quisieron aceptar el llamado de su amor