No busco que me acepten los poderosos, En sus círculos de privilegios Y que divertidos y piadosos, Digan a coro: cada mortal tiene un precio... No quiero que me aplaudan los culturosos, Apoliyados intelectuales, Con sus estúpidas barrigas fofas Y esas sus barbas místicas y patriarcales. No quiero que me indulten la rebeldía, Como si fuera acné juvenil. En vano esperan que me redima, Por que esta oveja, no vuelve más al redil. Yo, me creí de verdad, El amor y la paz y la fraternidad, La justicia y la libertad Y me cansé de tirar De la noria sin fin, De la farsa social, La mentira y la complicidad. Y no hago más que ser fiel con alma y vida A lo a lo prohibido, lo traicionado, A lo vendido con cobardía Por mercaderes del cinismo y desencanto. Ahí van con cárceles y policías Y el ojo abierto del desvelado, El ojo bala puesto en la mira Que apunta al pecho del ciervo que huye asustado Y por amar la vida sin ofenderla, Soy el demonio, el revelado Y los que insisten en someterla, Inventan leyes y ponen a Dios de su lado. Yo, de mi madre aprendí El legado de luz, El mandato vital Del respeto y la honestidad Y en la zozobra de hoy, A ese palo mayor Yo me aferro a aguantar La marejada del desamor.